Es frecuente encontrar en internet cursos de Técnica Alexander de grupo enfocados a una actividad o gremio en concreto: correr, cantar, interpretar, criar…
Pero surge la pregunta: ¿existe la TA no aplicada?
La Técnica Alexander no se aplica a una actividad, sino que se aplica a la persona. Lo importante no son los platos ni el concierto, sino cómo estamos nosotros cuando hacemos esas cosas.
En clase trabajamos con algo tan simple y universal como sentarse y levantarse de una silla. Ese mismo proceso que aprendes en la silla se puede trasladar a cualquier otra actividad de tu vida.
Yo, por ejemplo, nado despacio y sin pretensiones deportivas. Gracias a la Técnica Alexander, cada vez que nado puedo profundizar en el uso de mí mismo: mantener el cuello libre, darme las direcciones, moverme con más ligereza. Esto no solo mejora mi natación, también influye en cómo ando, respiro y vivo mi día a día.
Por eso, más que cursos especializados, lo esencial es encontrar un profesor de Técnica Alexander que imparta clases individualizadas y use las manos la mayor parte del tiempo. Lo que aprendes de este modo lo puedes aplicar las 24 horas del día.
Juan Margallo y Marieta Simarro